EL FLAUTISTA DE HAMELIN.
Había una
vez una ciudad en la que todos vivían felices. La ciudad se llamaba Hamelin.
Pero un día,
en Hamelín aparecieron muchas ratas: ratas grandes y ratas pequeñas, ratas
grises y ratas negras…
Había ratas
por todas partes: en las casas y en los campos, en el ayuntamiento y en la
iglesia…
Se metían en
los armarios, debajo de las camas y detrás de los sillones…Se comían el pan y
el queso, los libros, los periódicos y los calcetines…
Los
habitantes de Hamelin cogieron piedras y palos, pero las ratas eran muchas y no
tenían miedo de las personas, ni tampoco de los perros ni de los gatos.
Las ratas se
convirtieron así en las dueñas de la ciudad, y los habitentes de Hamelin
decidieron ir a pedir ayuda al alcalde.
El alcalde
era un hombre muy serio que siempre llevaba bastón y sombrero.
- -Las ratas no nos
dejan vivir. ¡Tienes que hacer algo! –le dijeron al alcalde los habitantes de Hamelin.
Entonces el alcalde prometió:
- - Le daré
una bolsa llena de monedas de oro a quien se lleve a las ratas de la ciudad.
Un día llegó a Hamelin un hombre muy alto que llevaba una
flauta .Aquel era el flautista de Hamelin.
El flautista fue a ver al alcalde y le dijo:
- - Yo puedo llevarme todas las ratas de la ciudad de Hamelin.
- - Cuando tú te lleves
todas las ratas de la ciudad de Hamelin, yo te daré una bolsa llena de monedas
de oro –le prometió el
alcalde.
Entonces el flautista se puso a tocar la flauta.
Cuando las ratas oyeron la alegre melodía que tocaba el
flautista, comenzaron a salir de las casas y de los campos, del colegio y de la
iglesia, de los armarios, por debajo de las camas y por detrás de los sollones…
y rodearon al flautista.
Poco a poco, el flautista se alejó de la ciudad de Hamelin, y
todas las ratas lo siguieron.
Cuando llegó a un río, el flautista siguió andando y se metió
en el agua sin dejar de tocar la flauta.
Las ratas avanzaron detrás de él y se ahogaron todas: las
ratas grandes y las ratas pequeñas, las ratas grises y las ratas negras…
En cuanto las ratas desaparecieron debajo del agua, el
flautista dejó de tocar la flauta y volvió a la ciudad.
Los habitantes de Hamelin vieron llegar al flautista sin una
sola rata detrás y se pusieron a dar saltos de alegría:
- - ¡Viva el flautista! –gritaban. Entonces el flautista se
fue a ver al alcalde.
- - En Hamelin no queda ni una sola rata. Dame la bolsa llena de monedas
de oro que me prometiste- le pidió.
Pero el alcalde, que era muy avaro, dijo:
- - No
pienso darte ninguna bolsa llena de monedas de oro solo por tocar la flauta.
Toma siete monedas y estamos en paz.
- -¡Pero eso no es justo! –dijo el flautista
- - ¡Bah…! –se
burló el alcalde.
Entonces el flautista se puso a tocar la flauta.
Cuando los niños y las niñas de Hamelin oyeron la alegre
melodía, todos rodearon al flautista.
Poco a poco, el flautista empezó a alejarse de la ciudad, y
todos los niños y las niñas de Hamelin lo siguieron muy contentos.
El flautista recorrió un largo camino y se metió en una gran
cueva con todos los niños y las niñas detrás.
La cueva estaba muy limpia: no había ni una sola araña, ni un
solo murciélago. Lo que sí había era muchas velas encendidas y ¡caramelos,
montones de caramelos!
A los niños y las niñas de Hamelin les encantó la cueva, y
riendo y saltando se pusieron a jugar.
Pero ¿qué sucedía mientras tanto en la ciudad?
En la ciudad de Hamelin, todos estaban muy enfadados con el
alcalde.
- - El flautista se ha
llevado a nuestros hijos y nuestras hijas por tu culpa. ¡Dale la bolsa llena de
monedas de oro que le prometiste! -Le dijeron.
El alcalde recorrió un largo camino y, por fin, encontró la
cueva.
- - Toma tu
bolsa llena de monedas de oro y devuélvenos a nuestros hijos y nuestras hijas. – le dijo al flautista.
Entonces el flautista dejó de tocar la flauta y los niños y
las niñas salieron de la cueva riendo y saltando.
Después, todos regresaron a la ciudad de Hamelin, y el
alcalde volvió a tocar la flauta…, pero solo para que los habitantes de la
ciudad de Hamelin cantaran y bailaran, incluido el alcalde.